8.10.08

Las llamadas de Onán (selección)

Introducción
Este no hubiera sido como aquéllos
nacidos en la frialdad de algún quirófano:
ahí hasta el aire es un paciente que merece intervención.

El tiempo y la rutina infectan odio,
resentimiento, menosprecio,
y en el transcurso del dolor,
del sufrimiento,
muere aéreo
como una mosca alcanzada por el cáncer de la vejez.


Contra todo
(a pesar de sí mismo),
éste se formó subterráneo
en los escombros del placer y la esperanza
donde la soledad no es la ausencia anticipada,
sino el estar cayendo día con día.


Advertencia
Este hogar es poético.
Puede salir hacia adentro y encontrar
montones de palabras
goteando en los ángulos:
se le sugiere silencio absoluto;
a menos que le sigan con los ojos
y le inquieran,
responda usted con una pregunta.
Si le parece que hay
una mancha en la pared,
no la toque porque ahí
es el sitio en que la noche
siempre viene a rascarse las estrellas.
Podrá usted encontrar miles de voces
reptando por el piso.
Coja por las espalda
una silla
y póngasela en la cabeza
y haga como que grita:
ellas se alejarán seguramente complacidas.
Ni se le ocurra ver muy hacia arriba
porque puede
que los anzuelos de la altura
atrapen su mirada y enceguezca.

Este hogar es poético.
Antes de entrar
sacuda bien su nombre y repítalo mil veces,
porque puede ser que cuando salga
se le olvide.

*

Versión
Hay clavos
en los que se cuelga la miseria
con uno adentro.
La toalla molesta con su vista sucia
desde la pared;
la camisa blanca
que usamos para pedir trabajo
nos desprecia.

En ocasiones
los clavos dimensionan un cuarto,
fuerzan los muros
con cuadros de recuerdos familiares.

Pero hay también clavos, José,
que nos han hundido esas malditas mujeres,
y a veces duelen demasiado,
porque a nosotros nadie pudo bajarnos de la cruz
ni resucitamos
a los 3 días.

*

Génesis
Yo soy un obrero
y todos los días
me levanto muy temprano a trabajar:
junto a la oscuridad
con la luz,
la tierra
con el agua,
el agua
con los cielos;
desnombro todo, todito.
Al final
contemplo mi labor como un dios cansado
pero feliz,
porque dejo otra vez el mundo
para que tú lo inventes.

*

Animalia II
Sin conocimiento previo, llevando tan solo un recuerdo heredado de su existencia, más allá del amotinamiento de los sentidos, contra todas las inclemencias del tiempo e irrefrenablemente, las mariposas recorren kilómetros y kilómetros buscando un lugar específico del mundo.

Sólo un porcentaje muy pequeño llegará, pero cada una de las sobrevivientes habrá de distinguir a su hembra entre miles.

Yo fui uno de esos insectos. Volé hacia ti, pero cuando al fin pude encontrarte, sólo eras un nombre de neón contra el que me reventé la madre.


Animalia III
Las tortugas entierran sus huevos en la playa (siembran sus huevos en la arena). Llegado el momento, las pequeñas brotan como flores e inician su carrera hacia la mar. De las doscientas, las aves y demás predadores matan a ciento noventa y nueve.

Corrí hacia ti como una tortuguita de la que hoy sólo queda un caparazón roto entre la basura.

Animalia IV
(Hædus horbus)
No con temor, mas sí con miedo aquesta
altura, el crío de cabra al cielo presta
socrática atención
(como queriendo recortar la anchura),
sosteniendo en su débil armadura
su ausencia de valor.

Mas como todo buen equilibrista
ruégale a Dios que el viento ya desista
(do esté, que no se ría,
de tan osada afrenta le proteja,
que no vaya a exhumar alguna queja,
en él sólo confía).

Desde el fondo de sí revienta el salto
—desde fuera de sí, quedo, el asfalto
recubre ya sus ojos—,
por técnica o por miedo, se abandona
a la suerte, que un cálculo no abona
seguridad, antojos.
Un espacio infinito. El horizonte
casi descome allá, en el monte.
¡Oh Newton! ¡Oh verdad
violada por un chivo mimetista
que en reparo mortal al aire enquista
inversa gravedad!

*

Solo I
Do restituyas minúsculas faltas
so la siempre dolorosa
vida
oí mi corazón cantando desde el túnel
condenado a mantener sus ojos de asombro
para que por ellos entre la ciudad
y su caleidoscopio roto
Bienvenido el suicida
y su blando tacto a formol
las putas y su olor a papel sanitario
el alcohólico sin sombra
Sean bienvenidos todos aquellos
cuya esperanza es un pañal desechable
que un perro lleva entre sus dientes.

*

Solo II

Húmeda rosa
de oficinas empresariales
bendita seas María
vos que
abrís como a la mar Moisés
los turnos
para comprar boletos
las colas de los centros comerciales
para pagar un refresco
¿Quién te dice no?
Quién podría decirte que no
si nada más hablas o sonríes
y la tristeza corre
como un crudo al agua de sandía
o como un poeta
ante los libros de Miguel Ángel Cornejo o Carlos Cuauhtémoc
[Sánchez.

*

Solo III
Va por ti ahora mi palabra
para tus manos de gas
fosforeciendo en la altura del concreto
para tu risa
verde al taxista que soy en tiempos
para tus labios dulcísimos
al nescafé de los míos
Nadie puede mentar tus ojos
porque en el aire incendia el canto
y caería tu nombre flor virgen
como descienden las horas fulminadas
del árbol del día
que nace permanente en el asfalto.

*

Solo IV
(para que te recuerdes)
Las calles han de levantar la vista,
andante estatua, jaria de banquetas,
cuando al trabajo vas en minifalda.

Imposible que el tráfico camine
si se te ocurre y sacas a pasear
tus piernas de concurso y calendario.

Sólo tú enciendes la mirada en brama
del chofer que desconoce al semáforo
desvelado y su batuta armando
el canto criminal de la mañana.

Dios debió dar a la ciudad sus ojos
únicamente para ver tus piernas,
de las miradas patria lujuriosa.

Sean el smog, ozono y los imecas
las medias, el liguero que la urbe
te ofrenda, diosa infinita de los
muslos por donde cae la suave noche
como un vestido por el mediodía.

Que el Metro, mustang de los pobres, truene,
que el hongo de metal queme los senos
del ángel de oro de la independencia
o muérdale una nalga a nuestra Diana.
Queme, sí, el tiempo el cuerpo de la Trevi,
los inmortales labios de la Monroe,
mas grave en su memoria de tezontle
el milagro de carne de tus piernas.

*

IV

De Rosamaría sólo queda
un número de teléfono
al que siempre llamo
y desde el que una máquina siempre me responde:
“El número que usted marcó
está suspendido”.

Versión de la memoria anticipada

Barquerías

Al fondo de estos días
en que dios se baña
por las tardes
desata barcos de papel
hacia puertos aún sin nombre

¿Qué
habrá de encontrarse
en esa ruta?

No vaya a ser que el más bello
el mejor armado
naufrague en la basura
de alguna calle
como mi adolescencia varó
entre los secretos que arrebaté al destino

Vayan sus naves
por donde el arroyo se incorpore y
d
e
s
c
i
e
n
d
a
al curvo diapasón del arcolor.



Aviones

En sus hangares
las naves parecen dinosaurios adormilados
Se despabilan
caminan lento
hacia la pista
y despegan

Cuando viví en Tajín 300
compartiendo cuarto en el primer piso con Sergio
mi amigo de Tuxtla Chico
justo sobre nosotros
la línea imaginaria hacia el aeropuerto
Los aviones en su descenso sacudían
los cristales hasta quebrarlos
no dejaban leer ni oír el radio
a veces de madrugada se metían en nuestro sueño
y como judiciales buscando droga
a patadas y cachazos
sacaban nuestra consciencia
Acodado en el marco de la ventana
muchas veces le dije a Sergio:
—¡Con uno de éstos que tumbemos
los demás no vuelven a pasar por aquí!—.


Héroes

De niño creí
que si una araña radiactiva me picaba
podría escapar
gateando sobre la pared
por el respiradero del salón

Cuando robaba el cambio de madre
quería volverme invisible
carcajearme en silencio
mientras me buscaba como loca
debajo de las camas
Cómo pensé volverme de piedra o de goma
para que no me dolieran los golpes
que me daba el viejo
por culpa de las tablas
Tarzán no pude ser
Tarzán era mi padre sin camisa

Cerraba los ojos
por la noche sin ventanas
para agigantarme
quebrar las rejas
y volar
hasta la casa del vecino
y hacerme el ojo de una aguja
para entrar
sin que me cobraran
a ver por la tele al Ultramán

Cuando yo era un niño
quería una pistola con balas de plata
y un caballo blanco
para escapar veloz haciendo mucho ruido
de los que me perseguían

Cuando fui niño esperé
4 años casi a Santa Clos
casi cinco esperé a los Reyes desvelado
sólo para decirles en su cara
que ya sabía yo
quién eran ellos.


Memoria de una leyenda por aurora

I

“El fan oscuro
prendió la lámpara de mano,
y del rostro ya sin máscara
salieron niños,
ancianos, jóvenes, señoras,
un vendedor de cervezas,
un borracho con un muslo de pollo en la mano,
y por último
salió el fan mismo,
y todo el mundo entró por los ojos del fan
que explotó
como una lata de refresco removida”.

II
Aquel día
que en la tv te descubriste,
la pantalla se reblandeció hasta la liquidez,
según mi padre;
nosotros —madre, Javier y yo—,
nos tapamos la mirada con las manos.

III
No es mérito en el valiente
enfrentar lo desconocido
cuando sabe
que al final ha de vencer.
En todo caso
es el terror nuestro perro individual
que ventea, ladra y nombra el peligro;
excepto en ti, indefenso,
porque nada (a nadie) temiste,
sabías que dentro del peluche,
del evidente cierre
estaba
real
eso que nadie siquiera imaginaba,
eso que sólo tú
podías vencer.

IV
Jamás te vi disparar una pistola,
defenderte con un filo,
a puro cabronazo,
vencías al vampiro,
matabas muertos
(ahora estoy viendo
al monstrerío córrele que corre,
rompiendo cruces en el panteón,
y tras de ellos una máscara de plata).
¿Qué terrible enemigo
habría de esperar a un rival
de tu calibre?

V
Yo siempre quise un auto deportivo;
brincarme
al estilo de los viejo vaqueros
sin abrir la puerta,
porque, lo sabías (los héroes lo sabemos),
cuando la humanidad peligra
¿quién chingao se ocupa
en ser amable?

VI
Para los que jamás hemos ganado corriendo,
la vida es y ha sido
una lucha,
y hay que volar por todo el encordado,
llavear,
hacer maromas
para no extraviar el rostro,
aunque perdamos una caída
si algún pendejo nos distrae
cuando estamos por saltar desde la cuarta
al rudo pecho del rival.

VII

¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
#
Epílogo
Rodolfo Guzmán Huerta
murió el 5 de febrero de 1984, a las 9:40 de la noche.


Ocupación

Aquí es
el murmurio
de quicios,
de muros, de muebles
que nos miran
y algo entre ellos confabulan.

ø

Todo se mueve en su lugar,
ocupa todo un sitio
aunque por el momento un vacío se aparente
(el clavo no espera nada en la pared,
fija, sostiene una ausencia).

ø

Es necesario hablar
para que tanta cosa reclamando su presencia
se confunda
(rueda una vocal hacia su consonante necesaria: ¡oy!).

ø

No hay zona ya vacía para nosotros,
pero no paramos,
seguimos trayendo objetos
que reducen nuestro espacio,
nuestros pasos.

ø

No hay opción
entre quedarnos o salir;
nos empujan a la calle,
a riesgo de que algo a velocidad pesada nos arrolle
y un montón de carne descompuesta
nos ocupe.

ø

Moneando,
ojeando un libro
o escribiendo un poema,
intentamos olvidarnos
que no tenemos ya
donde estar de cierto a solas
sin objetos que hablen en silencio de nosotros.

ø

Dormimos también para olvidar
que somos menos perdurables que las cosas.
Y en el sueño no hay objetos
saliéndonos al pie
con la intención expresa de tumbarnos.
Dormimos, sí,
para acordarnos de nosotros mismos,
y aunque las cosas
—sobre todo las esquinas de las cosas—
nos golpeen,
no hay dolor
sino hasta el otro día
cuando encontramos morada en nuestra piel
la huella digital del agresor.

ø

Pero hay instantes
en que tú y yo quitamos todo,
dilatamos la urgencia
y nada hay afuera de ambos que no estorbe.
Y las cosas rechinan espantadas,
porque saben que en cualquier momento
crearemos a otro
que vendrá pequeño a torturarlas,
y acabarán en una caja de cartón desvencijadas
o en la basura.


Especie

Se recordaba detenidamente moviéndola como a un muñeco, acercando su vista a los poros, a los surcos, a las varas de bambú que parecían desde donde él miraba.

Así era: algo ajeno pero igual a él mismo.

Tanto que le gustaba ponerla entre sus ojos y el foco, porque en su interior algo rojo se movía.

Él no se sorprendió porque empezó a cambiar desde antes que se diera cuenta. Desaparecieron los dedos; sólo quedaron dos extremidades. Los vellos se fueron juntando todos en un solo sitio, justo ahí, donde partían aquellas reducidas piernas. El resto se volvió nalgas, caderas.

Una mañana amaneció goteante entre los pelos una vagina; él, entonces, descubrió que ya no volvería a estar solo, pero también sintió que era la única persona viva en ese pueblo, y quizá en toda la tierra.


A puerta cerrada

Apenas prende la luz
corren los ruidos de patas de madera arrastrándose
algo rueda a ras del ropero
(hay una silla
que nunca vuelve a su lugar a tiempo
y tiembla aún)

Se desviste distraído
Su imagen observa
desde adentro de la esquina prolongada
más allá del ángulo
donde los muros se encuentran

Él arroja su carne a la cama
y la imagen recuerda
cuando se atrevió a salir con su vestido rojo
pero encontró cerrado el cine
y regresó escurriendo
Alguna vez alguien le sonrió desde un vagón
pero el rostro se fue desvaneciendo
hasta perderse en el túnel

Él se incorpora
sintiendo unos ojos recorriendo su cadera
(la imagen todavía alcanza
a imitar sus movimientos)
pero no hay nadie
sólo él mismo
desnudo
sorprendido atrás de la mirada
Apaga la luz
(la imagen estalla en sombras)
y volverá a soñar
que su mano es ya un enorme dedo
digitando su entrepierna.


La cortina

Las navajas del reloj
cortan el tiempo y sangran
las 4
Él aprieta el dolor en la palma de sus manos
Pone todos sus ojos
—la vista roja—
en la cortina de acero
y no duda que la puede abrir
/pero las casas crecen las calles se abren lo arrinconan
su brazo está enroscándose en el poste de la luz/
Cierra los ojos
todo se contrae

Escupe
Pega la oreja a la cortina y ve
su voz
entre aquéllas que cuentan
cómo una vez tuvieron
una casa con puertas sin cerrojo

Quiere gritar
pero detrás del grito ya no hay nadie
sólo el frío de la cortina
que por este día
jamás ascenderá.



Yo era solo

Yo era un ver
cómo la quema maneaba allá
donde los ojos retornan ya en asombro
Era también
la tapa para no sentir
el recuerdo ese de la vista expandiéndose curva
el caminar
urgido
por mi peso
en descensos informes
en subidas rompiendo cualquier sima

En frente de mí mismo miraba
aquella inmensidad agujerada
aquel vacío material
desde mi movimiento siempre calculado
hasta dónde era el avance
hasta dónde
mi volumen
se iba volviendo más y más innecesario
hasta dónde yo sería
algo que viaja imperceptible al tacto voluntario

Pero también atrás del punto donde yo miraba
una bestia me miraba a mí babeante
y cuando pude ver aquella inmensidad
aquel silencio apenas
la bestia comenzó a llorar
por mí
por ella
y por toda esta materia que habrá de hacerse polvo
y luz y oscuridad definitiva.


Males

Aquí no queda siquiera el clavo de un espejo.
Madre
un día descolgó todos,
abrió un hoyo en el vacío del solar,
los fue tirando uno por uno
y les echó lumbre.
Yo miraba desde el umbral
los pedazos de luz
chillando en llamas,
y madre reía, se carcajeaba:
—Yo no quiero
que cuando andas todo ido,
te vayás a meter en uno de ésos
y ya no salgas—.
Por eso,
por mi enfermedad
es que no hay ningún espejo ya en la casa.



La ventana


Sin puertas
sin techo ni suelo
donde esté
con cuatro muros de ausencia
abierta siempre
esperando a ninguno
invitando a nadie a salir

sin mí que la mire.

La última Sombra (selección)

fuimos
hace ya tantas generaciones
criaturas caídas
de la luz
a cada impacto
en las curvas del tiempo
sangraron nuestros ojos
pero al fin llegamos al lugar
donde todos los sonidos se congregan
y nuestra garganta
nuestra vista sonora
reflejó el inédito lenguaje
de la onda
****************

también fuimos
hermanos
pero jamás lo supimos
por eso peleábamos
hasta dejar el cuerpo inerte del contrario
desintegrándose en la luz
¿quién
de los otros
habría sobrevivido
si hubiéramos reconocido nuestro origen?
****************

de lo que se calla
lo que los cinco dedos mentales
niegan
pero que existe
agazapado
para en cualquier descuido
saltar
de eso
se alimentan las criaturas
****************

la ciudad se ha volteado
como una bolsa negra sin fondo
y es más fácil
extraviarse o morir
porque nadie conoce nada en la ciudad
la mente es una fábrica
de espejismos
de colores formas extensiones
pero de nada sirve
todo registro
todo recuerdo
es fulminado
sólo las criaturas caídas
saben
en qué momento
las horas dentadas comienzan a moverse
****************

más allá
más allá donde la ciudad muta
en silencio de huesos y cruces enterradas
está el reino de la risa
los dominios del payaso
que rodaba su carcajada
como un aro por las calles
alertando la llegada de la noche
****************

¿quién anunció de frac permanente
las más bellas ceremonias?
ése que vivió ahí
donde la luz es vencida en su calor
donde el paraguas enciende
y cierra su mano de alambre y seda
donde la ciudad bodega
cristalería y diamantes
de agua inmóvil
****************

el traje se adhirió a mi piel de luz
consumiéndola poco a poco
cuántas veces no salí sin cuerpo
gritando
incendiado
como un fantasma desnudo por las calles
****************

no pude evitarlo nunca
a veces
me sorprendía caminando
bajo la lluvia
escurriendo
como un trapo
colgado de un alambre
nadie mataba a nadie
no había robos
no había ya crimen alguno
y yo caminaba solo
bajo la noche
sólo quedaba un criminal
el último
en esta ciudad contaminada
****************

soy el sin sombra
no toco el suelo
resbalo solo
en el puro nombre de las paredes

yo camino
remo
yo voy por el aire
****************

el sobreviviente
el único que sabe y resiste
el que encierra las voces
de todos los otros
soy el vigilante
de mi propio miedo
****************

el terror es la noche
con todos sus ojos abiertos
****************

si pudiera dormir
una
sólo una vez
sin importarme
que la noche llegara
con sus miedos sonoros
si pudiera
al menos
dormir de pie
horizontarme en un sueño
****************

así hubo de caer
uno por uno
la noche se contaminó de luz
y las criaturas caían
fulminadas
fue
día con día
menos extensa
calló
en todos sus párpados
calló
cayó infinitamente
en pedazos
y quedé solo
arrinconado
en una pequeña oscuridad
****************

su cráneo palpitaba como si el corazón hubiera caminado hasta su frente abrió los ojos y desde la pálida luz la punta de un alfiler reventó su sueño

tensó los brazos lenta la lluvia se descomponía en burbujas de aire

su rostro su pecho todo él era sólo un fragmento de sombra arrinconada en el silencio sintió frío los brazos comenzaron a temblarle aflojó los músculos y cayó de cara sobre el charco

arrastro su cuerpo con los codos hasta el muro respiró hondo como si quisiera tragarse todo el aire del callejón

de nuevo el frío el sudor por dentro del traje buscó su capa nada el alcohol le quemaba la boca del estómago hizo presión como queriendo apagar ese incendio con el agua que le escurría por los brazos ahí fue donde se dio cuenta que le hacía falta una bota y el emblema en ese instante sintió como toda la ciudad entraba por sus ojos e identificó las caras del pingüino y del guasón que desde una pequeña claridad le llamaban por su nombre el llanto le subió por la mirada

abrió los ojos de pronto los cuatro ángulos de la única salida comenzaron a tensarse hasta la irreductible forma de un punto que avanzaba hacia él quiso levantarse pero sus piernas estaban muertas quiso gritar pero su grito quedó tras la máscara mientras la lluvia apagaba el impacto de su rostro contra el charco.
****************

Susana San Juan (selección)

Hace ya mucho
que no se ve una flor
ni el cielo se deshoja en estrellas;
sólo este aire que aprieta la garganta,
lento, con su paso de montaña.
Rumores corriendo por las venas
de la tierra,
una campana herida
de vez en cuando.

¿De dónde vendrá este relincho?
****************

Desde antes que Bartolomé muriera
siempre estás dormida;
pareces un árbol vencido,
un pedazo de luna
tendida en la cama.
Escucho tus ruidos:
nombres, lugares, palabras
que desconozco.
¿Qué tantas cosas te pueblan?
****************

Hasta a mí me desconoces
cuando despiertas.
Es como si tú al despertar soñaras,
por eso vuelves a dormirte
y sigues viviendo
del otro lado de ti,
del otro lado de mí,
donde no puedes oírme.
****************

Días enteros
me siento en estas horas
esperando que te levantes y camines,
que abras los ojos,
pero sólo escucho voces dentro de ti;
a veces
resbalando en las paredes de tu sueño
un grito que se adelgaza
hasta caer en el silencio.
****************

Yo sé que en este pueblo me quieren
porque me odian.
Las viudas,
las madres abandonadas,
los hijos que ellas mandaron a matarme,
menos tú
porque también me quisiste
cuando éramos niños
y poníamos papalotes
en las manos del viento.
****************

En aquel tiempo el aire
también era un niño,
jugaba con nosotros.
Se enredaba en los brazos
de los árboles,
reventaba la forma de las nubes.
Corría con nosotros de la mano del viento.
Yo muchas veces me enojé
cuando pasaba sus dedos
por entre tus cabellos.
****************


No lo conozco sino por tus ojos,
y cuando hablas sola.
He pensado su rostro en sueños.
Lo he visto arrancando arbustos,
quebrando piedras, levantando el polvo
de los caminos,
como un enorme puño
pero de agua.
¿Por qué te gusta tanto?
Háblame del mar, Susana.
****************

Copyright © 2008. Máximo Cerdio. Queda prohibida la reproducción total o parcial de la presente obra bajo cualquier forma, ya sea electrónica o mecánica, sin el consentimiento previo y por escrito del autor.